Recorte de prensa del artículo "Cada Oveja Sin Su Pareja", escrito por Hans Ehrmann, publicado el 15 de octubre de 1997 en La Nación, página 109. La obra de Woody Allen, "Humores que matan", es llevada a escena con un tono farsesco que, aunque a veces exagerado en la dirección, logra un ritmo ágil acorde a las situaciones de infidelidad en serie que plantea. Los personajes, neuróticos típicos de la clase media neoyorquina, son interpretados de manera diferenciada por un sexteto de actores que resaltan la búsqueda de estabilidad emocional y sexual de los mismos. La puesta en escena, funcional, complementa la crítica social sobre las relaciones interpersonales y la neurosis contemporánea.