Entre los innumerables proyectos literarios de la Editora Nacional Quimantú, apareció en octubre de 1972 una nueva revista, la que fue bautizada como La Quinta Rueda.
Este impreso mensual tenía como objetivo principal abordar los temas contingentes sobre cultura, reflejando en primer término los variados aspectos de la realidad social chilena. Sus gestores eran personas de una reconocida trayectoria intelectual: el periodista y crítico Hans Ehrmann, el escritor Antonio Skármeta y los críticos Mario Salazar y Carlos Maldonado. Ellos integraron el consejo de redacción de la revista y desde esa tribuna autoproclamaron una "revolución cultural".
Desde su primer número, La Quinta Rueda tuvo como principal propósito convertirse en "un órgano de discusión" y de acceso a quienes tuvieran "algo que aportar al diagnóstico y desarrollo de nuestra realidad cultural". Se aceptaron los más variados puntos de vista, siempre y cuando se debatiera sobre lo nacional.
La Quinta Rueda, con su título alusivo e irónico fue una clara protesta en contra del gobierno de Salvador Allende y algunos sectores sociales por su falta de atención y compromiso con la cultura, como si esta fuera "la quinta rueda del carro".