Actor, dramaturgo y poeta. Figura relevante del cine chileno mudo y comienzos del sonoro, considerado por algunos como el actor chileno más brillante de todos los tiempos. Realiza sus estudios en los colegios Patricio San José y San Pedro Nolasco, donde ya se da muestras de sus inquietudes artísticas. Muy joven debuta en la Compañía de Bernardo Jambrina, en reemplazo de Pedro Sienna, imponiendo de inmediato su apostura de galán sobrio y versátil, y su elegante presencia varonil. Emprenden una gira al extranjero, y a su regreso, se incorpora a la Compañía de Báguena-Bührle. Posteriormente organiza sus propios conjuntos con Nicanor de la Sotta. A los 23 años, inicia su carrera como dramaturgo con El derrumbe, la primera de dieciséis obras de teatro que escribirá durante sus cuarenta años de celebrada y aplaudida trayectoria teatral. En 1921 viaja a Argentina donde se integra -con gran acogida- a la Compañía de Blanca Podestá. Vuelve a Chile para participar como intérprete en el filme La copa del olvido (1923) del conocido escritor y periodista, Rafael Maluenda, logrando elogios por su actuación. Retorna nuevamente a la Argentina y trabaja en diferentes compañías, siendo Celos su montaje más destacado, una obra que sobrepasa las 600 funciones en Buenos Aires. En 1928 vuelve a Chile, donde la prensa habla ya del él como del “primer actor nacional”. Forma su propia compañía, y en los años siguientes alterna su trabajo actoral con su producción poética, que lo lleva a publicar su primer libro, Alondra (1930). Su popularidad es ya muy grande cuando Jorge Délano (Coke), lo convoca para interpretar el papel protagónico en Norte y Sur (1934), la primera película chilena sonora. Vuelve al teatro y a la poesía, recopilando sus escritos poéticos en Oración del siglo. Se viven años de gran efervescencia política y Flores no permanece ajeno; escribe y pone en escena una de sus obras más controvertidas, La Nueva Marsellesa, donde manifiesta sin ambigüedades su apoyo al Frente Popular en las elecciones presidenciales de 1938. Se asocia con Georg Urban para adaptar a la pantalla su pieza teatral Malhaya tu corazón, pero el proyecto fracasa y se traslada transitoriamente a Argentina, donde participa con el director Enrique Cahen Salaberry en la película Su esposa diurna. Vuelve a su país cuando se ha puesto ya en marcha el proyecto de Chile Films que, con la idea de internacionalizar el cine chileno, ha contratado a diversos realizadores argentinos (ver Chile Films). Uno de ellos es Carlos Schlieper, quien dirige La casa está vacía, en la que actúa Alejandro Flores en un papel que la prensa destaca por su calidad. En 1946 recibe el esperado Premio Nacional de Arte, y en 1949 el “Caupolicán”, distinción entregada por la Asociación de Cronistas de Cine, Radio y Teatro, por su trabajo en la obra Algún día. No vuelve a incursionar en el cine, pero su labor teatral se prolonga todavía durante una quincena de años. Su imagen de “galanura tanto en escena como fuera de ella”, acuñado por el crítico Mario Cánepa Guzmán, lo acompaña hasta su muerte. Sus funerales dan motivo para una multitudinaria despedida y sentidas manifestaciones de dolor público. Ese día, sus pares suspenden en su homenaje todas las funciones teatrales.